Esta semana me enfrentaba de nuevo a este reto, pensaréis que es una tontería, pero tengo en cuenta cada detalle, las capsulitas, qué boquilla usaré, si voy a utilizar sprinkles, qué voy a colocar encima,..., y claro, mi pirateo de la receta. Cada semana me como el coco imaginando si tal o cual cosa mejorará su sabor, si quedan lo suficientemente tiernas, si con este ingrediente que acabo de añadir por mi cuenta obtendré el resultado esperado, y un larguísimo etcétera de incógnitas que se van resolviendo poco a poco a medida que el proceso va progresando hasta conseguir el producto final.

Es como todo, hay semanas que viene todo a la cabeza como un flash, y otras que necesito de más tiempo en las que no consigo encajar las piezas, y voy dando vueltas y vueltas a la cabeza, preguntándome qué será lo que más le conviene a la magdalena. Diréis que estoy loca y que parece que hablo de un hijo y no de un pastel, pero a veces yo prefiero mantener la cabeza ocupada en estas cosas y evadirme un poco de la rutina.

Según mi marido, para mí, ésta es la terapia perfecta. Ya os he comentado alguna vez que padezco de migrañas y neuralgias y no son más que fruto del estrés y la preocupaciones, claro está, combinado con factores genéticos que me predisponen. Cada vez que me llevo un disgusto importante aparecen antes o depués, por desgracia nos preocupamos por cosas la mayor parte de las veces insulsas y que miradas fríamente descubrimos que no merecen la pena. Pero claro, cada cual tiene su naturaleza, cuando algo me irrita me come por dentro, muchas veces hablo sóla, calentándome yo misma y como pegar tres gritos sólo lo hago en casa y cuando puedo, pues mi cuerpo desfoga con una migraña enorme o en el peor de los casos con uno de mis temidos brotes de neuralgia.

Sabéis? Desde que escribo en este blog las migrañas han disminuido, normalmente sólo aparecen después de trabajar por las noches, pero eso ya lo tengo asumido, así que me encuentro mucho mejor. Se ve que esto de estar pendiente de la siguiente receta, de las fotos, del menaje que voy a usar y de contaros lo que se me pasa por la cabeza cuando me siento a escribir estas entradas, está suponiendo como dice mi marido, una terapia.
Y claro..., encontraros a vosotras, cuando abro el correo y empiezan a aparecer todos los comentarios me pongo loca de contenta, es agradable saber que hay gente que está esperando el siguiente invento. Por desgracia, no dispongo del tiempo suficiente para comentaros a todas las que tenéis vuestros propios blogs, pero procuro seguiros y estar al tanto de vuestras invenciones y vuestros descubrimientos.
Es curioso esto de ser blogera, es una familia inmensa y a poco que te involucres conoces a un montón de gente estupenda que te anima, te ayuda, te felicita, te implica,..., y te impulsa mirar siempre hacia adelante.
Como véis, esto del blog va transformando mi vida poquito a poquito, estoy más tranquila. Hay más motivos para estarlo, por suerte para mí, pero el blog me aporta serenidad y ganas de vivir, otro incentivo para levantarme por las mañanas y decidir cúal será la receta de hoy, o la hora a la que hay mejor luz para hacer las fotos, o simplemente a salir de compras a ver si veo un plato o un vaso bonito y barato.
Bueno chicas, ya os seguiré contando cómo se va transformando mi vida, podríais pensar que soy una persona triste y con tendencia a la depre, no os equivoquéis, no es así, soy muy bromista y me encanta reírme, pero los dos años anteriores han tenido muchas cosas negativas y aunque yo procuro seguir hacia adelante, siempre hay alguien que no te quiere bien y que procura hacerte daño, pero esa gente no os tiene a vosotras, ni algo en sus vidas que les apasione, yo sí, yo tengo esa suerte.
Así que vamos con la receta y mis ocurrencias. Necesitaremos:
* 150 grs. de fresas.
* 280 grs. de harina.
* 15 grs. de levadura química en polvo.
* Una pizca de sal.
* 115 grs. de azúcar extrafino ( yo puse 175 grs.).
* 2 huevos.
* 250 cc. de nata líquida.
* 6 cucharadas de aceite de girasol u 85 grs. de mantequilla en pomada ( yo los 85 grs. de margarina).
* 5 cc. de extracto de vainilla.
Y para decorar:
*125 cc. de nata doble (una que es al 50 % de materia grasa, yo puse la vegetal)
* 12 fresas pequeñas enteras para decorar (las mías no son pequeñas, son enormes, pero se las encargué a mi marido y ya sabéis como son los hombres, no están pendientes de esas cosas, jajaja).
Y ahora la preparación:
- Picamos nuestras fresas en trozos pequeñitos.
- Tamizamos la harina, la levadura y la sal en un bol grande.
- Y a continuación añadimos las fresas picaditas.
- Aquí viene mi primer tuneo, me pareció que no iban a quedar muy esponjosas y decidí batir las claras a punto de nieve para incorporarlas después, al final.
- Batir los huevos ligeramente ( yo sólo las yemas) y luego incorporar la nata, el aceite o mantequilla ( yo mi margarina) y el extracto de vainilla.
- Hacemos un agujero en el centro de los ingredientes secos y vertemos los ingredientes líquidos batidos, sin trabajar demasiado la masa.
- Y aquí viene el toque de añadir las claras, igualmente mezclamos para que queden integradas suavemente y lo menos posible, para que las claras surtan su efecto.
- Repartimos la mezcla en los moldes y , enseguida, hornemaos durante unos 20 minutos, hasta que estén altas, doradas y firmes.
- Al sacarlas del horno, las dejamos reposar 5 minutos y las retiramos del molde, colocándolas en una rejilla hasta que se enfríen.
Para la decoración montamos la nata doble y la ponemos encima cuando las magdalenas estén frías y decoramos con una fresa. Aquí puse yo la nata vegetal con saborizante de fresa y color rosa, y quise darle un puntito a las fresas bañando algunas en chocolate blanco, y dándoles un toque de color con chocolate coloreado de rosa.
No puedo evitar contaros que mi hijo mayor cuando probó la primera no se la comía, la devoraba y nada más se la terminó vino a darme un beso y un abrazo enorme, así que haceros a la idea de cómo deben estar de buenas, na más que por eso hago las docenas que hagan falta.