Maple & Pecan Cupcakes (Reto semanal de la magdalena: S-14)

  Pues regresamos con los deberes semanales, y en esta ocasión me decidí por éstas, de sirope de arce con nueces pacanas. Me parece una combinación excelente, no os planteéis que encontrar los ingredientes es complicado porque no lo es, en el Carrefour por ejemplo se pueden encontrar sin problemas, y así tendréis la suerte de degustar estos nuevos sabores, a mí personalmente me encanta esta combinación.

  Algunas me escribisteis comentarios en la entrada anterior diciendo que en los momentos malos, cuando un familiar está ingresado, pues a veces se pierden los papeles. Y no me puedo contener, tengo que contestaros. Las enfermeras estamos entrenadas para afrontar este tipo de situaciones, ya nos hacen estudiar diferentes técnicas en la Escuela de Enfermería, y después con los cursos de formación continuada. Estamos preparadas para manejar técnicas psico-sociales, eso sin contar con la experiencia que almacenamos tras años de trabajo.

  Pero el problema no es tan simple, sabemos distinguir cuándo alguien está pasando un mal momento, y hemos adquirido las suficientes habilidades sociales como para hacer frente a eso. La verdadera dificultad radica en la falta de sentimientos y de educación que predomina en estos tiempos.

  A mí que una señora de 70 años me diga: "Usted no sabe lo que duele un padre" (imaginad la edad del padre), pues me toca la moral, y creedme, han llegado a decírmelo. Las enfermeras no somos seres nacidos de la nada y siendo ya profesionales de la salud, tenemos familia y también sentimientos, nuestros padres también enferman y mueren, por desgracia muchas compañeras también han perdido hermanos e hijos, incluso, aunque a alguien le parezca increíble, también caemos enfermos.

  Igual que me joroba eso, me parece indecente que alguien acompañe a un familiar muy enfermo y esté más preocupado por cómo funciona la tele, que por el estado del que está encamado. Lo mismo me pasa cuando las habitaciones están a reventar un sábado por la tarde, y ves que el pobre abuelo se ha llevado el resto de la semana tan solito. Las visitas de cumplido son una verdadera pesadez, no ya para nosotras, que puede ser más o menos molesto, sino para el enfermo, que no tiene ganas de que lo visite la vecina del pueblo que habitualmente ni se interesa por él.

  Me repatea que mucha gente proteste porque el compañero de habitación está muy malito, y nuestras continuas entradas a la habitación no lo dejan descansar. Entiendo que pueda estar cansado, pero hay que comprender que se trata de un hospital y no de un hotel de lujo, y que aunque en la medida de nuestras posibilidades intentamos tener en cuenta qué enfermo pones con cuál, pues no siempre es posible, aunque a veces el compañero de habitación sea un indeseable, que también ocurre.

  Me entristece que la gente se muera sola, habrá quien se lo haya buscado, no lo niego, pero otras veces el abandono es injusto y una se queda de piedra cuando un familiar de otra ciudad, tras anunciarle  lo acontecido, te diga de una manera tan fría que si es posible que le envíen el cadáver a su tierra.

  Os podría contar millones de anécdotas, algunas divertidas y otras más tristes aún, todas las cosas que os he mencionado nos ocurren y con más frecuencia de la que podáis imaginar. De veras, tenemos sentimientos, el ser enfermeras no nos hace ver estas cosas normales, no nos acostumbramos como creen los demás, el dedicarse a esto no nos desprovee de nuestra sensibilidad ni de nuestra humanidad.

  Por eso mismo también estamos hasta el gorro de que la gente se crea con todos los derechos del mundo, y en cambio no sepan asumir sus obligaciones. Y lo peor es que esto no pasa con otro tipo de funcionario, tú vas a la ventanilla de Hacienda y dices: "Buenos días" y el que está allí ni te contesta y nadie le dice que es un maleducado, o vas al banco (empresa privada), y el cajero es un vago que antes de comprobar si tienes allí una cuenta te dice: "Debe acudir a su sucursal", nadie le pone el grito en el cielo por flojo. Pero tú tardas 3 minutos en ver qué analgesia se puede poner y prepararla, y acudes de forma amable, dando las buenas noches y preguntando por su estado, y ya verás ya, encima te cae la de San Quintín porque has tardado mucho, cuando encima se trata de un enfermo que lleva 2 meses ingresado en el servicio y sabe de sobra lo poco que solemos tardar, y para colmo no muestra signos de dolor, simplemente está enganchado al opiáceo que se le ha estado poniendo cuando estaba en peores condiciones, y no se conforma con el Nolotil que le estás administrando, porque claro, eso no es lo que necesita, lo que necesita es la droga que el médico ya te ha advertido que no le vuelvas a administrar, pero la culpa siempre es de la enfermera.

  No hace muchos días una paciente me decía a las 7:00h., de muy malas maneras además, que cada mañana la despertábamos para sacarle sangre y que éramos unas vampiras. Imaginad las ganas que yo tengo a esa hora de hacer extracciones, así que con la calma que no sé cómo pude tener en esos momentos, le comuniqué que yo no tenía ningún interés y que si quería reprocharle algo a alguien, diera el parte al médico que la visitaría por la mañana porque es quien pide la analítica, y que si se negaba yo no tenía ningún problema en ahorrarme trabajo. Inmediatamente reaccionó diciendo que era broma en tono falsete, como para quedar bien, y por supuesto no le dijo nada al médico, como podéis suponer.

 Las enfermeras asumimos ya muchísimas responsabilidades y muy serias, así que lo que esperamos es que al menos se reconozca nuestro trabajo, no pedimos más, porque el sueldo os digo ya que no compensa los turnos rotatorios, los salientes con ese mal cuerpo que se te queda, la carga de trabajo a la que nos vemos sometidas, etc., etc.,... No somos chicas para todo aunque pueda llegar a parecerlo, porque sí, es cierto que lo mismo levantamos que acostamos a un enfermo (trabajo del celador), que reclamamos un rollo de papel higiénico (competencia de las limpiadoras), hacemos un apaño con un armarito (que corresponde a los de mantenimiento), hacemos de secretarias de los médicos (por el bien del enfermo, no porque nos guste ni sea nuestra obligación, ya hay una secretaría en el servicio), limpiamos con la fregona un vómito (volvemos a las limpiadoras), nos aseguramos de que le enfermo reciba su dieta correctamente (función en parte de los pinches de cocina), y muchísimas actividades más, entre ellas la que llevo peor, que es pelear con los de rayos, los de admisión, los celadores, los médicos, y todo bicho viviente que ande por el hospital para conseguir que a mi paciente lo lleven a la UCI, o que se le haga la dichosa prueba, o que el médico entienda que no se le pueden poner 3.000 cc. de suero a un enfermo con una insuficiencia cardíaca, para que después te regañe el enfermo porque le das la pastilla 5 minutos más tarde.

 Espero que estas palabras os hagan tener una visión distinta de  nuestro trabajo, de lo que realmente hacemos, y si desde aquí puedo hacer ver aunque sea sólo a una persona todo lo que trabajamos sin que el enfermo o el familiar esté presente, bienvenido sea. Me encanta mi trabajo, y lo cierto es que a veces te queda ese sabor amargo después de todos los esfuerzos realizados, y creo que no es justo que todo nuestro empeño y sudor sirva sólo para eso, para quedarte con esa amargura.

  Ingredientes:

* 280 grs. de harina blanca.
* Una cucharada de levadura en polvo.
* 1/4 cucharadita de sal.
* 115 grs. de azúcar (siempre ponemos un poquito más, unos 150).
* 100 grs. de pacanas.
* 2 huevos medianos.
* 175 cc. de suero de mantequilla (o buttermilk).
* 75 cc. se sirope de arce y 3 cucharaditas para el glaseado.
* 6 cucharadas de aceite de girasol u 85 grs. de mantequilla.
* 12 pacanas partidas por la mitad.

  Preparación:

- Pre-calentamos el horno a 200ºC y preparamos nuestras cápsulas en el molde.

- En un bol tamizamos la harina, la levadura y la sal. A continuación incorporamos el azúcar y las pacanas.

- En otro bol batimos ligeramente los huevos, agregamos el suero de mantequilla, el sirope de arce y el aceite.

-  Hacemos un agujero en el centro de los ingredientes secos y vertemos los líquidos batidos. Mezclamos un poco para que queden ligados, pero sin trabajarlos demasiado.

- Repartimos la mezcla entre los moldes y después decoramos cada magdalena con la mitad de una pacana.

- Las hornearemos durante unos 20 minutos o hasta que la masa suba y esté firme y dorada.

- Las dejamos reposar en el molde unos 5 minutos y, después, las pintamos con el sirope de arce a modo de glaseado.

  Pues ya está, os he soltado una disertación acerca del trabajo de las enfermeras, habrá claro, quien  piense que eso es cuento chino, aunque cuando se encuentre en la situación espero que recuerde lo que ha leído aquí. Por favor, dejad de pensar que somos simplemente unos pincha-culos, eso sería capaz de hacerlo cualquiera. Y porque amo y adoro mi profesión las fotos de hoy.